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El precio de una mala traducción
19 Jul 2017

El precio de una mala traducción

La calidad no cuesta. Lo que realmente cuesta es la falta de calidad.

Si el valor de una traducción es directamente proporcional a su nivel de profesionalidad, el precio de una mala traducción puede llegar a ser muy alto. Hasta el más pequeño error de traducción puede traer consigo consecuencias económicas y legales desastrosas.

Y ninguna organización, por muy grande o pequeña que sea, puede permitirse el lujo de correr ese riesgo. De ahí la importancia de seleccionar un proveedor de servicios de traducción de confianza.

Es sorprendente ver cómo muchas compañías eligen a sus colaboradores solo en función de las tarifas y sin comprobar la profesionalidad de sus servicios. Y es que, desafortunadamente, la calidad no impera en el mercado de la traducción.

Para poner en claro la magnitud del riesgo, a continuación se enumeran algunos de los ejemplos más comunes de cómo una mala traducción puede afectar negativamente a una organización.

Imagen corporativa en peligro

Los errores nunca son una buena inversión, menos aun cuando se habla de imagen. Algunos errores de traducción son “divertidos”, mientras que otros se ven como absurdos, groseros o incluso ofensivos y poco profesionales. La gente quiere hacer negocios con compañías que tengan una imagen positiva. Por lo tanto, es lógico pensar que si una organización se presenta como poco profesional, inadecuada o irrespetuosa, es muy probable que sus clientes decidan acudir a otra parte.  

No es por tanto buena práctica poner en peligro la propia reputación publicando traducciones de dudosa calidad. Después de todo, cualquier error puede atraer una atención no deseada y proyectar una imagen corporativa muy alejada de la buscada.

Mala comunicación

Cualquier mala traducción que se publique envía al público un mensaje poco claro o erróneo. Si no es claro, no se cumple el objetivo de comunicar el mensaje deseado. Si es incorrecto, se está dando mala información sobre los productos o los servicios de la compañía, lo que en algunos casos podría tener consecuencias muy graves.

Por ejemplo, una entrevista traducida de forma imprecisa podría vulnerar la imagen del entrevistado y derivar en una demanda; un error de traducción en un manual de instrucciones de una máquina podría ocasionar lesiones a los empleados; o una traducción inexacta de la etiqueta de un producto o medicamento podría poner en peligro la salud de los consumidores.

Y casos como estos no se consideran como simples equivocaciones, sino como responsabilidad corporativa.

Pérdida de tiempo y costes adicionales

Volver a traducir un texto suele suponer una fastidiosa pérdida de tiempo y, como si no fuera suficiente, un más que probable coste adicional.

Cada minuto extra perdido por culpa de traducciones inadecuadas es un desperdicio de los recursos de cualquier organización. Y si añadimos además las posibles implicaciones, se estaría también malgastando una buena cantidad de dinero: nuevas traducciones, horas extras de trabajo, abogados, reimpresiones y así sucesivamente.

Todo ello sin olvidar la posible pérdida de clientes. Según un artículo publicado en BBC News, un emprendedor de Internet británico, Charles Duncombe, comprobó a través del análisis de las cifras de sus sitios web que “un solo error de ortografía puede reducir las ventas a la mitad”. Solo un ejemplo más del porqué no se debe subestimar la importancia de un texto bien redactado (o traducido).

Conclusiones

En un plan de marketing global o de comunicación, adaptar lingüística y culturalmente el propio mensaje a nuevos mercados y públicos constituye una oportunidad estratégica. Sin embargo, contratar traducciones de dudosa calidad significa convertir esa gran oportunidad en amenaza.

Por lo tanto, si se desea aprovechar de verdad la oportunidad, es fundamental contar con un proveedor de servicios de traducción de comprobada profesionalidad.